Fechas importantes se viven durante este mes de febrero, sobre todo relacionadas con nuestro país, México. La Constitución Mexicana cumplió años este pasado día cinco, pero ahora queremos hablar del símbolo más representativo para nosotros: la Bandera Nacional.

Estamos cerca de la fecha en la que celebramos el día de la Bandera Mexicana; hoy quisimos rescatar este tema, debido a que nos hace falta un poco o un mucho de identidad y pasión por servir a nuestro país. ¿Qué es para ti tu patria?

Desde 1821, los colores verde, blanco y rojo han sido la base para la elaboración de la Bandera Mexicana. Durante la Guerra de Independencia, el ejército de las Tres Garantías utilizó esta idea para representar, a través de sus colores, los intereses y objetivos de este grupo que buscaba libertad. Para el Ejército Trigarante, el color verde significaba independencia, ya que querían luchar contra los 300 años de mandatos españoles; el color blanco hacía referencia a la fe católica, misma que ya se había adoptado en todo el país gracias al trabajo eclesiástico; y el color rojo, que representaba hermandad o unión, entre europeos y americanos. A partir del 24 de febrero de 1984, la ley especializada decretó que la bandera que conocemos, con las proporciones y las tonalidades adecuadas en colores, sería la bandera oficial. Sin embargo, es importante decir que esta fue adoptada desde el 16 de septiembre de 1968. Las versiones anteriores de la bandera han sido modificadas por distintos motivos; por ejemplo, desde 1916, el águila que aparece en el Escudo Nacional fue modificada, pues se encontraba de frente y ahora está en su perfil izquierdo.

Nuestra patria va más allá de una bandera; se trata de todo aquello que nos rodea como mexicanos y como seres humanos, pues si no cuidamos nuestro entorno, el mundo poco a poco irá en deterioro.

La patria no es sólo nuestro país; se trata de tu espacio personal como tu recámara, tu coche o el sillón donde estás sentado ahora. En este momento, el sillón, la mesa y el café donde estás son tu patria; cuando caminas por la calle y decides arrojar un papel, estás ensuciando tu patria; cuando tu habitación está en desorden, quiere decir que tu patria está en desorden, pues es ahí donde vives y permaneces gran parte del día. En estas fechas, es positivo reflexionar si realmente enaltecemos el nombre de nuestro país a través de nuestras acciones, o si por el contrario, preferimos ser parte de la cultura de la queja, perspectiva desde la que todo está mal.

Vive el honor de ser mexicano, de tener la bandera más bonita del mundo y de actuar diariamente para que este México nuestro sea el país en que todos deseamos vivir.

PARA UN MINUTO DE REFLEXIÓN.

En agosto de 2001, un empresario de Nueva York viajó por negocios a Israel. El jueves 9, entre una reunión y otra, el empresario aprovechó para comer algo en una pizzería del centro de Jerusalén. El lugar estaba lleno. El hombre se dio cuenta que debía esperar mucho si quisiese comer algo, pero realmente no tenía tanto tiempo. Indeciso e impaciente, se acercó al mostrador esperando un milagro. Al ver la angustia del extranjero, un israelí le ofreció pasar primero. Muy agradecido, el empresario aceptó. Hizo su pedido, comió y se dirigió a su próxima reunión. Menos de 2 minutos después de haber salido, oyó un escándalo terrible. Asustado, preguntó a un muchacho qué había pasado. Éste respondió que un hombre había detonado una bomba en la pizzería Sbarros.

El empresario se puso blanco. Sólo por dos minutos escapó del atentado. Inmediatamente recordó al israelí que le había ofrecido su lugar, quien seguramente todavía estaba en la pizzería. Aquel hombre había salvado su vida y ahora podría estar muerto. El empresario corrió hasta el lugar del crimen, donde encontró un caos total. Además del terrorista, otras 18 personas murieron, entre ellas 6 niños; 90 estaban heridas. El empresario buscó a su salvador entre el desastre, pero no consiguió encontrarlo. Decidió que intentaría por todos los medios saber lo que había ocurrido con él; le debía la vida y necesitaba ayudarlo y, sobre todo, agradecerle. Comenzó a recorrer los hospitales y finalmente lo encontró herido, pero fuera de peligro.

El empresario conversó con el hijo de este israelí y le contó lo que había ocurrido. Le dijo que le debía su vida, por eso dejó su tarjeta personal e insistió que le avisaran en caso de necesitar cualquier tipo de ayuda.

Un mes después, el empresario, ya en Nueva York, recibió una llamada del muchacho, diciendo que su padre necesitaba una operación de emergencia y, según el médico, el mejor hospital para aquella cirugía estaba en Boston. El hombre no lo pensó 2 veces y organizó todo para poder operarlo en pocos días. Además, insistió en recibirlo y acompañarlo hasta Boston. Tal vez otra persona no hubiese hecho tanto, pero él se sentía con la obligación de devolver el gran favor. Ese martes por la mañana, el hombre dejó de ir a trabajar para viajar a Boston y recibir a su amigo. Por tanto, a las 9:00 horas del 11 de septiembre, no estuvo en su oficina del piso 101 de las Torres Gemelas.

DE LO QUE SE ENTERA UNO EN UN CAFÉ.

El ciudadano japonés Tsutomi Yamaguchi sobrevivió a dos ataques nucleares. Estaba en Hiroshima el 6 de agosto de 1945 cuando el Enola Gay dejó caer la primera bomba atómica. Después de aquel ataque viajó a su hogar en Nakasaki, donde sufriría el segundo bombardeo nuclear de
EE.UU., llegando a sobrevivir por segunda vez. Su caso ha sido documentado por diferentes medios.

El médico Leonid Rogozov es considerado el primer hombre en la historia en operarse a sí mismo. Se unió a una expedición rusa en la Antártida en 1961 donde empezó a sentir dolores intensos producidos por una apendicitis aguda. Era el único médico en la expedición, así que su salvación dependió de él mismo. La operación duró una hora y cuarenta y cinco minutos… y fue todo un éxito.

SONRÍE, ¡ES GRATIS!

En un campamento militar se dan muchas experiencias, aquí algunas que nos han contado nuestros lectores.
-¡Soldado Maclovio!- gritó el General.
-Presente, mi general.- contestó el aludido.
-¿Qué es para usted la patria?- preguntó el mandamás.
-Para mí, señor, la patria es como mi madre.- contestó el soldado con pasión.
-Muy bien, soldado. ¡Soldado Cornelio!- dijo el General sin perder tiempo.
-¡Presente, mi general!- gritó el segundo de los soldados.
-¿Qué es para usted la patria?
-Para mí, general, la patria es como mi tía.
-¿Cómo su tía?- preguntó extrañado el general.
-Sí, señor, porque aquí el Soldado Maclovio es mi primo.
En otro destacamento, sonó el teléfono a las 3:00 de la madrugada.
-¿Diga?- respondió un soldado.
-Comuníqueme con el Sargento.- dice una voz firme.
-No invente, ¡Qué horas son estas de llamar! El sargento está dormido, háblele mañana y de paso nos deja dormir a todos, porque bien que nos hace falta.
-Soldado, obedezca, páseme al Sargento. ¿Sabe usted quién soy yo?- preguntó la voz.
-No sé quién es usted, ni me interesa.
-¡Soy su general, soldado!
-¡Válgame, mi general! ¿Y sabe usted quién soy yo?- preguntó el soldado.
-¡No, no lo sé!- respondió el General.

-¡Ay, qué bueno, porque si supiera ya me estaría castigando! Adiós.- y el soldado
colgó.